II
EL SENTIDO DE
Lo que escribiré a continuación es una descripción, y su debida justificación, de lo que pudiera entenderse como el manotazo de ahogado que lanza nuestra parte conciente ante los fenómenos que hemos descrito en el artículo que precede estas líneas [ver: “Conciencia de sí por medio de la búsqueda de la diferencia” en CONCIENCIA DE SÍ, 1ª Parte]. Empleo la metáfora anterior porque me parece que ilustra de manera satisfactoria lo que siente nuestro ser, y cómo reacciona, ante los procesos psíquicos mediante los cuales adquirimos la conciencia de nuestra propia existencia… Es la forma que tenemos – como última salida – de poder interpretar, de manera más o menos aceptable, lo que queda del fenómeno inconciente a que conllevan las cavilaciones del anterior artículo…
La hipótesis que iniciaré será que: Nuestra conciencia no es más que una mera espectadora de lo que sucede entre el universo y nuestro ser biológico. Tal y cómo vinimos a parar aquí (en términos humanos...: el “para qué”), jamás podremos entenderlo; precisamente por eso, nuestra conciencia ensaya de todas las maneras que puede, estrategias para salvarnos de la locura!!!!!! (Es sabido, valga el recordatorio, que las verdaderas incertidumbres dan tal sentimiento de inseguridad que, de forzar esa condición por un tiempo que sobrepase nuestras aptitudes o nuestro potencial intelectual, hasta pueden llevarnos a enloquecer… lamento ser tan absoluto, pero es necesario. Nadie puede negar que no sea así. De hecho... desafío a que lo hagan!!!)
Una de las armas de nuestra mente es (junto con otros cientos de paradigmas… científicos, religiosos, filosóficos,…), es “encontrarle un sentido a la vida”, o lo que es lo mismo, pero en términos más crudos que pueden parecer provocadores: INVENTAR A ESCONDIDAS DE LA PARTE CONCIENTE - la mayoría de las veces, al menos - ALGO TOTALMENTE FICTICIO, PERO FUNCIONAL EN TANTO QUE "MISIÓN" U OBJETIVO, POR LO CUAL VIVIR MANTENIENDO LA
Al descubrir inconcientemente que la vida no tiene sentido, comienza lo que metaforicé al principio: los manotazos de ahogado… Nos aferramos a cualquier sinsentido artificial, y ponemos el mayor empeño en volverlo concreto… terrenal… para nosotros mismos (valga decir, nuestro inconciente, infinitas veces más poderoso que el conciente, va intentando imbuir de apariencia real, el objeto de nuestro mayor deseo, tratando de engañar por el mayor tiempo posible a nuestra conciencia).
Con (o sin)ciencia.
Lógicamente, esta aguerrida batalla final contra la locura ocurre principalmente fuera de los límites de nuestra parte conciente, muy profundo en las aguas profundas del inconciente. De otra manera, no tendría sentido, pues si conociéramos “a (con)ciencia cierta” que estamos siendo engañados por nosotros mismos, dejaría de ser necesario "esconder el monstruo".
El tema es tan, pero tan importante y trascendente, que no voy a seguir escribiendo más al respecto, no sin antes solicitarte, querido lector, que releas y vuelvas a masticar las sentencias más importantes de este artículo. Ellas, no necesitan explicaciones ulteriores…
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