viernes, 29 de febrero de 2008

Resultados Buscados... (Pragmatismo y NO Pragmatismo)

Las remeras estampadas, sus diseños, vieron cómo varían de acuerdo a si son de niñita o niñito???

Niña: Motivos conchetos. “La tienen clara” antes que los chicos porque los diseños que les son destinados de pequeñas son – antes que los de los chicos comiencen a serlo – iguales a los que usarán de grandes (los chicos siguen usando tanques de guerra, personajes de dibujos animados, etc.).

Mejor análisis: o será que las mujeres maduras (o en proceso de) quieren parecerse a las jovencitas, y por eso chicas y grandes usan los mismos “motivos”???

Niño: Los pequeños prefieren los modelos agresivos… mucho negro, mucho rojo, dragones, calaveras, autos pisteros y músculos, deportes extremos, perros de pelea y boxeadores… Será, acaso, que inconcientemente buscan referentes para lo que (la sociedad les dice que) deben ser??? Después de todo, de mayores deberán defender (a falta de un término que defina mejor la obligación que les impone todavía nuestra sociedad machista) a su familia: madres e hijas, mezcladas y distinguidas a su vez, según lo que sus remeras manifiesten… y para eso necesitarán todos esos músculos, esas armas, esos dientes afilados…

Pero… y qué hay con la inteligencia? Cómo plasmarla en un diseño exitoso (y, obvio, que venda!!!) para remeras best-sellers???

Luego de explicar algo el contexto de lo que quiero decir, recordemos el título del artículo: “Pragmatismo y NO”…

Un pragmático (aquel que prioriza lo funcional y demostrable, por sobre lo teórico y ético, partícipe de la corriente dominante principalmente entre los coterráneos del tío Sam y sus “progres” (pobres?) seguidores…, que es lo mismo que decir más vehementemente: “Hombre de Negocios”…) estudia lo que “se usa”, lo que “vende”, y hace ESO, es decir, lo que se usa y vende. Únicamente eso. Y este es el leitmotiv de la Moda. Pero otra personita, no pragmática, lo detecta y se pregunta: “Por qué?”… y obtiene como respuesta el análisis anterior…

La pregunta del millón: Quién es el que hace más dinero de los dos??!!!!!

Quizá ésta, más que cualquier otra, sea la razón por la cual son tan asombrosamente ricos (y por ende poderosos) los habitantes del “gran” país del norte; precisamente ellos, que siempre se destacaron por su obcecado conductismo, y por ser cuna de todas esas ramificaciones disciplinarias y metódicas que poseen más o menos el mismo espíritu “oportunista” y práctico: el instrumentalismo, el funcionalismo, etc., etc., etc.….

(Y, quizá también, sea esa la misma razón por la cual nosotros somos tan endemoniadamente pobres…!!!!!!)

martes, 26 de febrero de 2008

Conciencia de Sí (Parte II)

II

EL SENTIDO DE LA VIDA COMO CREACIÓN PERSONAL Y ARTIFICIAL

Lo que escribiré a continuación es una descripción, y su debida justificación, de lo que pudiera entenderse como el manotazo de ahogado que lanza nuestra parte conciente ante los fenómenos que hemos descrito en el artículo que precede estas líneas [ver: “Conciencia de sí por medio de la búsqueda de la diferencia” en CONCIENCIA DE SÍ, 1ª Parte]. Empleo la metáfora anterior porque me parece que ilustra de manera satisfactoria lo que siente nuestro ser, y cómo reacciona, ante los procesos psíquicos mediante los cuales adquirimos la conciencia de nuestra propia existencia… Es la forma que tenemos – como última salida – de poder interpretar, de manera más o menos aceptable, lo que queda del fenómeno inconciente a que conllevan las cavilaciones del anterior artículo…

La hipótesis que iniciaré será que: Nuestra conciencia no es más que una mera espectadora de lo que sucede entre el universo y nuestro ser biológico. Tal y cómo vinimos a parar aquí (en términos humanos...: el “para qué”), jamás podremos entenderlo; precisamente por eso, nuestra conciencia ensaya de todas las maneras que puede, estrategias para salvarnos de la locura!!!!!! (Es sabido, valga el recordatorio, que las verdaderas incertidumbres dan tal sentimiento de inseguridad que, de forzar esa condición por un tiempo que sobrepase nuestras aptitudes o nuestro potencial intelectual, hasta pueden llevarnos a enloquecer… lamento ser tan absoluto, pero es necesario. Nadie puede negar que no sea así. De hecho... desafío a que lo hagan!!!)

Una de las armas de nuestra mente es (junto con otros cientos de paradigmas… científicos, religiosos, filosóficos,…), es “encontrarle un sentido a la vida”, o lo que es lo mismo, pero en términos más crudos que pueden parecer provocadores: INVENTAR A ESCONDIDAS DE LA PARTE CONCIENTE - la mayoría de las veces, al menos - ALGO TOTALMENTE FICTICIO, PERO FUNCIONAL EN TANTO QUE "MISIÓN" U OBJETIVO, POR LO CUAL VIVIR MANTENIENDO LA CORDURA HASTA NUESTRA MUERTE.

Necesitamos definir algo por qué luchar!!! Diseñar y adosarle “estupideces con sentido” a la vida… encontrárselas, y salvarnos así del peor de los males, el peor de los hechos de la mente: RECONOCER – y esto es algo que intuimos irremediablemente desde lo más profundo, y por más ciegos que seamos o queramos ser – QUE DE NADA VALE VIVIR, MÁS QUE PARA NO MORIR!!!!!!!

Al descubrir inconcientemente que la vida no tiene sentido, comienza lo que metaforicé al principio: los manotazos de ahogado… Nos aferramos a cualquier sinsentido artificial, y ponemos el mayor empeño en volverlo concreto… terrenal… para nosotros mismos (valga decir, nuestro inconciente, infinitas veces más poderoso que el conciente, va intentando imbuir de apariencia real, el objeto de nuestro mayor deseo, tratando de engañar por el mayor tiempo posible a nuestra conciencia).

Con (o sin)ciencia.

Lógicamente, esta aguerrida batalla final contra la locura ocurre principalmente fuera de los límites de nuestra parte conciente, muy profundo en las aguas profundas del inconciente. De otra manera, no tendría sentido, pues si conociéramos “a (con)ciencia cierta” que estamos siendo engañados por nosotros mismos, dejaría de ser necesario "esconder el monstruo".

El tema es tan, pero tan importante y trascendente, que no voy a seguir escribiendo más al respecto, no sin antes solicitarte, querido lector, que releas y vuelvas a masticar las sentencias más importantes de este artículo. Ellas, no necesitan explicaciones ulteriores…

domingo, 10 de febrero de 2008

Conciencia de Sí (Parte I)

Nuestro comportamiento inconciente se manifiesta cotidianamente en nosotros de dos maneras: como causa, y como consecuencia. Nuestro inconciente se expresa como consecuencia de las fuerzas y circunstancias externas que nos hacen sentir y obrar de determinada manera, otra forma de expresión, son estas mismas fuerzas actuando como disparadores de nuestro comportamiento… Por ejemplo, la necesidad de sabernos existentes es causa de nuestra búsqueda de diferenciarnos de los demás, de nuestro comportamiento relativo al Pertenecer, en los diferentes grupos… así como la necesidad de entender lo que nos rodea es causa del surgimiento de las distintas religiones y de las disciplinas científicas y filosóficas…

Todos los procesos que enumeré permanecen completamente ajenos a nuestra parte conciente.


I

CONCIENCIA DE SÍ POR MEDIO DE LA BÚSQUEDA DE LA DIFERENCIA.

Cómo es que, (no) siendo (más que) tantos, pero tantos millones de células… somos “Uno”? Cómo es que nos creemos eso de que existe un grupo de miles de millones de células llamado Diego Maldini? Hablando de la edad, de la vejez: cómo es que seguimos teniendo consciencia de un “Yo-mismo” a lo largo de los años? Es decir, qué hace permanecer activa la memoria del Yo…? En el devenir del tiempo, no sólo hay UNICIDAD, sino también, CONTINUIDAD!!!

Qué es la Conciencia? Una representación abstracta que logra crear, transmitir, y hacer respetar por el entorno al grupo de células que mora y trabaja en el cuerpo? Iba a decir, grupo “independiente”, pero lo deseché pues no hay real independencia en un proceso que cuenta con flujo continuo de células vivas y muertas, en forma de alimento y excremento, entre otras tantas, entre el interior de lo que llamamos nuestro ser (comprendiendo cuerpo y mente), y el exterior del mismo.

Dónde? Cuándo? Y, cómo el “YO”, y su permanencia?!

Cómo la conciencia?, mierda! (Con razón existen las deidades!!!!)

El origen de la necesidad de ser Idéntico a uno mismo viene dado por el mismo principio que nos permite mantener con vida algo llamado Conciencia del propio ser. Esta conciencia es una forma de “memoria” que nos refresca lo que fuimos (hicimos, pensamos, sentimos, deseamos, …) segundos atrás, creando la ilusión perfecta de una continuidad, de una… CONCIENCIA DE SÍ, que prácticamente todos poseemos. Pero el mismo fenómeno que la hace posible, exige de nosotros que la alimentemos y reforcemos a cada instante…

La necesidad de alimentar y de reforzar, en definitiva, de mantener esta Identidad con uno mismo, nos lleva a cometer los peores y más torpes errores, dificultando muchas veces nuestra relación con el exterior. Uno de estos errores, y muy frecuente, es la soberbia: Algo en extremo lógico, viniendo de una cualidad intrínseca que por naturaleza vive para reafirmar nuestro Ser, el sentido de Nuestra Propia Existencia… esta soberbia nos vuelve sordos, muchas veces, a consejos o aprendizajes que pudieran funcionar como boletos al progreso personal, y con él, al progreso (en forma de Bienestar) social.

Tan profundo en nuestro ser mora esta “necesidad”, que una de las acciones más llevadas acabo a lo largo de nuestra vida es la búsqueda, conciente o inconciente, de circunstancias en las cuales poder re-afirmarnos (mediante, en muchos casos, la afirmación a El Otro): YO ESTOY AQUÍ, YO EXISTO.

Si bien ser original es una de las cualidades más apreciadas, a menudo la sacamos a relucir sólo cuando nos resulta más fácil: ante una sola persona; pues ejercer la autenticidad ante la sociedad toda requiere mucha valentía, determinación, y un convencimiento fuera de lo común acerca de la propia valía (lo que, en una palabra, llamamos: AUTOESTIMA). Esto, que podría entenderse como un alardear de uno mismo, no implica necesariamente tener plena conciencia de lo que se está haciendo, ni conlleva al ejercicio asiduo de la introspección, ya que hay maneras que representan precisamente lo contrario, como por ejemplo, la ostentación del poder mediante la fuerza, o demostrar que se está plenamente a la moda…

¿Cómo lo practicamos “fácilmente”? En las discusiones, por ejemplo:

Cuando debatimos con El Otro reafirmamos nuestra autenticidad (y por medio de ésta, nuestra propia existencia) contradiciéndolo – con o sin razón –, o asumiendo una postura perfectamente diferenciada de la del “adversario”… y ¡Ay, de nosotros, si El Otro da con la “verdad” antes que uno mismo! Pues cederle la “razón” – tal y como debiera suceder en dicho caso – nos despojaría de la originalidad que estábamos buscando: que todo el tiempo le estemos dando la razón al otro, quiere decir que nuestra “mente” va rezagada… y chau con nuestra independencia…!

Buscamos definirnos en la unicidad, ser únicos, pues allí nos encontramos mejor diferenciados “del resto”, de El Otro, y entonces se nos hace más fácil verificar la propia existencia, corroborar a cada instante que NO HEMOS MUERTO!!!

Ejemplos?… miles!

Podemos dar, para empezar, el de la madre que, a falta de tener cualidades que la hagan destacarse en algo de entre el grupo de amigas, busca sobresalir entre ellas esgrimiendo en conversaciones supuestamente inocentes, el talento de su hijo, en defecto del suyo propio…

O el complejo del petiso: dada la mayor estima que se le da, dentro de nuestra cultura occidental, a la altura (considerada inconcientemente como un bien escaso y apreciado, como ser con la belleza, la astucia, y ni que hablar del dinero!...), los petisos buscan hacerse ver demostrando poseer otras cualidades igualmente apreciadas, como ser la valentía, la viveza, y demás.

Cómo será de importante dar a conocer los bienes materiales y caracterológicos de que uno dispone, que hasta se manifiesta en las plantas, cuando observamos la profusión de colores que reina en la naturaleza; en los animales, cuando vemos a los machos luchar entre ellos o, directamente, seducir a las hembras para ganar sus favores… El equilibrio que se logra, y que favorece la diversidad, es maravilloso: otro ejemplo es la clara relación temperamental que podemos distinguir entre las razas de perros: las razas pequeñas son más histéricas e hiperquinéticas, mientras que las grandes, tienden a ser más reposadas, seguramente, debido a la seguridad que les brinda su porte, su fuerza, que eleva su autoestima (sí, lector, los perros también tienen autoestima).

Otro ejemplo válido con el que señalar cuan influenciados estamos por la necesidad de sabernos existentes a través de la diferenciación con El Otro, es el que tiene lugar entre los hermanos:

Los casos en que nacen de los mismos padres y/o son cuidados y criados en el mismo entorno presentan, sin embargo, también la necesidad o la búsqueda de la que venimos hablando, y es la que los lleva a diferenciarse de sus hermanos en todo lo que puedan, y se animen…, y así, surge otro parámetro – a menudo desestimado en las investigaciones – que es determinante del carácter y de las cualidades de una persona, y que viene a completar la lista, junto con el de los genes, el del contexto, y el del azar

Procura, entonces, uno, siempre sobresalir entre su propia gente?… en su propio contexto? Ciertamente.

Sin entrar en contradicción con el movimiento opuesto que es el de asimilar patrones de conducta de personas admiradas, podemos afirmar sin embargo, que dentro incluso de grupos íntimos como el de las amistades, cada quien necesita encontrarse distinto a sus pares, aunque se trate de su mejor amigo! Las oportunidades de sobresalir vienen dadas básicamente, por a) los intereses: hobbies, música y actividades nuevas, que no son compartidas con los otros miembros del grupo (claro, en cada grupo hay un “afuera” y un “adentro”, pero los afueras lo son en tanto no compartidos); y b) el comportamiento: “importando” ademanes, ideas y mecanismos desde otros grupos a los que se pertenece, haciendo como conducto entre esferas sociales diferentes.

Luego de haber expuesto todo lo anterior llega el momento de preguntarnos: hasta qué punto somos real e intrínsecamente diferentes. Es decir, nuestras diferencias, son innatas, o somos nosotros mismos quienes buscamos (y encontramos) estas diferencias?!

Pensado de esta manera, podría establecerse que nacemos todos iguales y que es la pulsión de muerte lo que nos lleva a configurar nuestro vivir a partir de la búsqueda de la diferencia, y edificar todas nuestras creencias alrededor de dicha verificación!!!!

Somos nosotros los que provocamos el cambio, somos su motor y no su carro…!

Si somos, dependiendo del contexto, muchas máscaras (profesor, intelectual, hijo, amante, amigo, jefe, …y sus respectivas combinaciones), y descartando que seamos auténticamente todas esas máscaras en simultáneo… Cuál es la que nos queda “al sabernos totalmente solos?” (Al decir de Milan Kundera, en su libro “La insoportable levedad del ser” ). Respuesta: la más valiosa!!! (laS máS valiosaS, en plural, si no podemos escindir del grupo, más que un híbrido) La máscara más valiosa es la que adoptamos en soledad puesto que es la que más cómodo nos sienta al momento de tratar con nosotros mismos… la más auténtica: el verdadero espejo, o lo que más se le asemeje. …

En cuanto a ser auténtico, el mérito, en verdad, no es tanto el tener pocas caretas (puesto que sólo los locos actúan de igual manera sea quien sea que se encuentre delante de ellos – …y aquí no los acompañan ni los niños ni los borrachos, los locos quedan solos ante el mundo), sino el hecho de que se parezcan demasiado unas a las otras… lo cual implicaría no sólo un gran conocimiento de la propia persona y la posibilidad mejorada de poder dominar -moderadamente- las propias acciones, sino también la gran valentía en mostrarla a los demás!!!)

Estando al tanto de todo lo anterior, podemos afirmar con mayor conocimiento de causa, que somos lo que nos enseñaron a ser, entendiendo esto, como el cúmulo de experiencias y sus moralejas que, sin preguntárnoslo, fue asimilando nuestro ser, y que nos trajeron hasta Aquí y Ahora. En el mejor de los casos, siguiendo la línea de la búsqueda de la diferencia, somos el residuo de la lucha interminable entre lo que YA somos y lo que NO queremos ser, entendiendo por esto último, todo aquello que los demás nos inculcaron -deliberadamente o no- y que consideramos erróneo... Somos la síntesis de esta lucha. Y vivimos en permanente cambio, en dos planos simultáneos: el interior (constituído por la parte de nuestra vida íntima que jamás podríamos exteriorizar), y el exterior (que abarca las relaciones interpersonales). Pero todos estos cambios sólo se dan a nivel individual.

Retomemos las primeras líneas del artículo, en donde explicábamos que “Nuestro comportamiento inconciente se manifiesta cotidianamente en nosotros de dos maneras: como causa, y como consecuencia”, adaptando dicha idea al concepto de “transformaciones”, podemos considerar a algunas de ellas como originadas fuera de nuestra propia persona, productos de procesos sociales, bien “históricos” o bien “artificiales”. Los primeros, los son en tanto están articulados por una acumulación de hechos fortuitos y/o determinados inconcientemente, que va tornándose inexorable, asimilando cualquier proyecto de vida a su paso, y reconfigurándolo, para enlistarlo a su servicio; y los segundos, lo son en tanto generados por una determinada conciencia: ya sea que estén articulados por unos pocos que detentan el poder, o por unos muchos que quieren usurparlo. Sea por lo que fuere que estén producidas, dichas transformaciones son, siempre, sociales.

En cambio, a las transformaciones que restan y que no son pocas, las internas, las sufrimos ensimismados y solos... Ésta es la característica que determina su naturaleza. Al igual que con los cambios que parten desde el exterior, debemos lidiar con las consecuencias de los cambios que sufrimos a nivel personal, pero lo bueno de estos últimos es que, al menos en principio, somos amos y señores de estos territorios. Bueno, en realidad los compartimos con un personaje muy oscuro que nos hace creer las más de las veces que toda la autoridad y las responsabilidades recaen solamente sobre nosotros mismos, cuando en verdad las manos que mueven los hilos las más de las veces, son suyas: el Inconsciente.

Como si no tuviéramos preocupaciones en nuestro interior, existen superestructuras sociales que ejercen presión y gran influencia sobre nosotros, mientras moldean el comportamiento social total. Superestructuras éstas, que nos dicen qué hacer y qué no, ya sea de forma directa, o de la manera más sutil... personificadas en convicciones y valores impuestos desde fuera pero que sin que lo sospechemos, forman parte de nosotros mismos; pero ese, es otro tema…

martes, 5 de febrero de 2008

Rompiente

El costado -somnolencia por la que flamea el obrero hacia el sueño reparador- del cerro, hace las veces de tobogán de lluvias, y el aguacero se desliza sobre él con un irreprimible sentimiento de inexorabilidad y arrepentimiento...
La sudorosa y agrietada garra de hombre utiliza una saliente filosa que asoma junto al lecho de la cascada sin edad y sin nombre, y empuja el cuerpo ágil pero ya abatido de su dueño, hacia arriba, en el intento final de ganar la cumbre, el descanso.
Como un obsequio largamente esperado, y con creces merecido, una pincelada de anaranjada luz crepuscular -desde más allá de las gotas insistentes que resbalan sobre rocas, verdes, hombre-, tiñe el rostro directo del que sube desafiante. Un escaso baño solar va abarcando cada porción humana con servicial recibimiento, conforme la figura conquista la cima.
El hombre, como la lluvia, cae al suelo, se transforma.
El hombre, como la lluvia, una vez en la cima, ha muerto.

Mateo

I

Mateo termina de leer la última página, luego de tres horas y media de diletantismo obligado, y se da cuenta de que nada tiene solución. Suspira, pensando (otra vez): “Ojalá fuera novela en lugar de periódico…”, y arroja el diario al cesto de papeles.

Se ha ‹‹inyectado actualidad›› como él dice, pero cada vez le encuentra menos sentido, no a “inyectarse” actualidad, no. Sino a la actualidad misma. Luego, como cada vez que se siente desesperanzado, corre hacia su jardín, hacia sus helechos, orquídeas, rosas colombianas, hacia su desmemoria.

El jardín, este sector reducido pero eficiente que lo protege del mundo y sus peligros, comenzó en la forma de una sola maceta sobreprotegida, un helecho mono que tenía muchas ganas de vivir, pero que no lo hizo por mucho tiempo dada la inexperiencia botánica de Mateo… quien por aquellos días andaba más preocupado en la música y en perseguir compañeras de curso, que en Ketama, su primer vegetal. Después de un par de intentos infructuosos de sostener sucesivamente con vida a Ketama, a Vera (una plantita vivaz, de esas sin flores, con las enervaduras teñidas de blanco), a un croto, y un ficus, hasta de haber contribuído increíblemente en el desceso de un par de cactus incluso… Mateo optó por la cantidad, en detrimento de la calidad y los bautismos...: Comenzó a coleccionar plantas (y las llamaba simplemente… “plantas”) de todas clases, que iba acopiando en la terraza de su casa de estudiantes, allá en La Plata

(“Mateo” es inicio de mi folletín titulado “Mateo”, y que tendrá tiradas más o menos periódicas… Suerte! …para mí, claro…)

Democrático, o NO Democrático?

Democrático o no democrático?

Si pienso que lo mejor para la mayoría no necesariamente es lo que la mayoría quiere (lo cuál es muy lógico puesto que la mayoría suele estar conformada por quienes prefieren su propio bienestar al bienestar común y anteponen los lujos propios a las necesidades ajenas… por esto es que casi siempre lo mejor para la mayoría es opuesto, es todo lo contrario a lo que la mayoría busca, provoca o desea… y por eso mismo es que el capitalismo – doctrina centrada en la exaltación de lo privado, justificadora de y tendiente al egoísmo – triunfa por doquier sobre el comunismo, que defiende por sobre todas las cosas – al menos por definición – el bien común, lo colectivo, lo de todos…), sigo: si lo pienso, lo sostengo y lo defiendo, (lo que equivaldría a decir que apoyaría, dado el caso, a un gobierno que legislara a favor del bien común pero en contra del deseo mayoritario) entonces, soy NO democrático. Si opino que una persona, un individuo, es inteligente, pero muchas… ganado, soy NO democrático…

Podríamos tomarlo de esa manera, y si lo hacemos, en rigor, mi pensamiento es no democrático para el común de la gente, de acuerdo. Pero si alguien desconocido para mí se acerca y me pregunta si soy democrático, obviamente le contesto de manera afirmativa. En una acepción, quizá la más acertada o exacta, estaré mintiendo, en la otra, diciendo la verdad. Mintiendo, en el sentido etimológico del término. Pues “demos-crasis” significa “gobierno-por-el-pueblo”. Pero estaría diciendo la verdad en el sentido coloquial del término: en el que en realidad queremos decir: “gobernar-para-el-pueblo”. Lo cual es muchísimo, incomparablemente, a todas luces, más realista, ya que NADIE – y cuando digo nadie, es claro que me refiero a la mayoría… a la mayoría en cuestión!!!!! – se preocupa por sus gobernantes, por sus leyes, por sus dictadores indirectos, por el futuro real – y que puede ser cambiado – de su pueblo!!!! Y lo que resulta de ello es lo más obvio: que no saben elegir a sus representantes!!!!!).

Podríamos, al margen de las apreciaciones anteriores (irrefutables, en lo que a mí respecta), preguntarnos, como para empezar de nuevo: Qué es más importante?: Lo que quiere la mayoría, o lo que es mejor para ellos?????? (y dejemos de desafiar nuestra creatividad poponiéndonos preguntas capciosas como “acaso es posible que una persona, o un conjunto de ellas, pudiera jamás llegar a conocer qué sería lo mejor para la humanidad, o tan siquiera para una mísera comunidad???”; preguntas que por lo demás, sólo enredan, confunden, y hacen perder el tiempo… ya que, está visto que sí hay personas – preferentemente, grupos de ellas –, con el conocimiento y la experiencia necesarios para llevar adelante a una población entera con el menor de los daños posibles…). Prefiero, para contestar la pregunta, cambiar el “más importante” por el “mejor”: y reformularla:

Qué es mejor? Lo que la mayoría quiere, o lo que es mejor para ella?

Pues es que no hay mejor ni peor: No hay opción en realidad… un camino lleva a la extinción, más temprano o más tarde… pero extinción al fin, puesto que los más poderosos se cagan en el mundo, y precisamente son ellos quienes, por el poder de su influencia, obligan a masas y masas de personas a seguir su camino…; el otro camino… a la convivencia lo más armoniosa posible (que no descartaría algún que otro altercado, pero sí lo minimizaría). NO HAY ELECCIÓN REAL CUANDO UNA DE ELLAS ES UNA NUBE DE HUMO, Y LA OTRA, LA ÚNICA SALIDA!

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