Amnesia muerta.
Dolor, cobre frío atascado en la garganta del espíritu.
Llamada diferida. Nunca contestada. Nunca oída. Puro “Nunca”.
Falsedad descubierta entre espumas y risas transparentes... apenas tibias, descubiertas. Como desde la última vez que lloré, sigo arrastrando cadenas atadas a barcos atados a continentes todos tras de mí, rayando el piso y mi alma. Todos tras de mí, tapando con barullo mi nuevo amor.
Pero no siempre.
Por suerte.
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