lunes, 22 de octubre de 2007

May "the Force" be with you!

La constante exposición a excesiva información – que deja así de ser tal, para convertirse en ruido - conduce al desinterés y a la falta de atención. Ambos, fuentes de ansiedad y depresión que, además, nos aíslan en un individualismo único.

Planteemos las cosas de diferente manera, para no quedar encerrados en el camino único (de nuestra mente, y nada más que de ella, claro). Podemos pensar un mismo asunto desde casi infinitas posturas, es lógico… pero tomemos únicamente las pertinentes, ¿sí?.

Prosigo con mi ejemplo: La superproducción de información.

Atacamos a este supuesto monstruo apocalíptico porque nos lleva a la desinformación por el absurdo, es decir, por el por el camino contrario y menos esperado. Los medios nos aturden durante las veinticuatro horas, y como conclusión, nos volvemos sobre nosotros mismos, cerrando los sentidos a lo exterior – y no sólo referente a lo social – y liberando consecuentemente nuestras peores facetas como miembros de una comunidad desarrollada: el individualismo y el egoísmo.

Sin embargo, esta sobreproducción de datos (para formularlo de manera más apropiada) forma parte de un proceso mucho más abarcativo, mucho más… humano, al que le debemos mucho (sino todo) porque es el que nos ha traído hasta aquí:

Hay un ‹‹producir›› constante en nuestra Historia. La Humanidad no ceja en desplegar su carácter y comportamiento específicos por su entorno, vaya a donde vaya (no así, los otros animales, menos evolucionados que nosotros… limitados como están por éste).
Esta ‹‹fuerza conquistadora›› – por más aprensión que genere, tal es su función: Conquistar para Desarrollarseigual (por algo será) que el capitalismo… –, posee dos corolarios inmediatos, el primero de ellos, es resultante de aquel efluvio de información (datos absurdos, innecesarios, que no dicen nada, nos confunden y nos pierden), y consiste específicamente en nuestro naufragio, diario y constante, en el torrente de textos que nos atraviesa frenéticamente y que nos deja girando en el lugar como trompos.

Sin embargo, lo anterior trae aparejado un segundo corolario: contraparte fructífera y casi mágica, como un hecho al que la palabra “rescatable” le queda chico…:

La fuerza conquistadora de la que hablamos, proviene de la misma naturaleza que hace emanar ARTE al Hombre por todos los poros…

¡En esta era ha habido tal desborde de producciones artísticas como nunca se hubo presenciado! Música, Letras, Estructuras multiformes, Imágenes estáticas y en movimiento, y sus innúmeras combinaciones… incluso, si bien el mercado ha inundado la civilización con su presencia, no menos incidencia tuvo el arte, su “hermana sabia”, que también ha sabido encontrar la forma de diseminarse en todos los aspectos de la vida del ser humano…

Todas estas formas artísticas de expresión, colman cualquier necesidad abstracta – por llamarla de alguna manera, sin entrar en confrontación con lo religioso, tópico que también abordaremos en sucesivas entradas en este blog, por supuesto –, sólo debemos re-descubrir la manera de hablarlas, en el lenguaje que nosotros mismos, en calidad de creadores, hemos inventado para ellas.

Visto y considerando que la superproducción de arte y la sobreproducción de datos (pseudo-información) conforman conjuntamente – aunque sin abarcarla en su totalidad –, lo que llamamos Cultura, es probable que valga la pena soportar la antedicha invasión abrumadora de ruido; y encarar así, el aprendizaje para el discernimiento (tal y como lo hemos estado haciendo con el lenguaje de las artes) necesario para poder convertir los “datos” en sumatoria conciente de “ruido” desechable, por un lado, e “información” útil y constructiva, por el otro…

¿No les parece que el precio por tanta belleza es válido?

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