miércoles, 29 de diciembre de 2010

Copiar y Pegar. Más sobre la Piratería.

(Como continuación del debate acerca de las descargas de obras intelectuales desde internet, debajo transcribo textualmente la presentación/reseña publicada en internet de libro ‘Copia este libro’, crónica de una batalla sin cuartel, escrito por David Bravo, junto con enlaces para descargar ese misma obra. La he leído y recomiendo enormemente. Habla sobre el tema de la piratería y sobre el porqué de la propaganda en contra de la misma desde los medios de comunicación y otros organismos. Siempre explicando de manera amena, humana y, sobre todo, con mucho humor, lo que la hace entretenida sin volverla superficial.)

 

‘Copia este libro’, crónica de una batalla sin cuartel


En tiempos de guerra resultan imprescindibles crónicas hechas desde la primera línea del frente. Y esto es ‘Copia este libro’, una crónica detallada, centrada principalmente en el ámbito español, de la guerra por la propiedad intelectual, o más bien, contra la propiedad intelectual. Y como toda crónica hecha por quien milita en un bando, no pretende ser ecuánime, y no lo es.
Bien es cierto que en época de guerra casi nadie puede ser ecuánime, o se está de un lado, o del otro, quienes nadan entre dos aguas acaban ahogándose. La obra de David Bravo repasa la situación actual de la batalla de la propiedad intelectual con todo lujo de detalles. Bravo, un joven abogado sevillano en ejercicio, es una de las figuras que se ha hecho notar en este enfrentamiento entre los defensores del modelo institucionalizado de producción cultural (sociedades de gestión como la SGAE, discográficas, productoras de cine, etcétera) y quienes reclaman un nuevo marco, un nuevo modelo para la difusión y el acceso a la cultura que se ajuste a los tiempos que vivimos. Bravo pone en negro sobre blanco, con una profusión de ejemplos, el absurdo al que llega el ejercicio que se hace de la propiedad intelectual, como impedir que en una película se silbe el himno La Internacional socialista si no se abonan previamente un pago por los respectivos derechos de autor.
Queda más que patente la perversión del tinglado empresarial que hay montado en torno a la cultura, y cómo quienes se erigen en defensores de esta (discográficas, editoriales, etcétera), en realidad tratan de mantener intacto su particular modelo de negocio y beneficios. Un sistema montado sobre un desequilibrio manifiesto en el que las empresas sacan la gran tajada y los autores sólo recogen las migajas, un sistema basado sobre el arquetipo del superventas, la única forma de negocio que entienden las empresas de producción cultural, muy especialmente discográficas y productoras de cine, cuenta Bravo con detalle.
Recorren la obra de Bravo varias tesis, entre otras el absurdo del concepto mismo de ‘propiedad intelectual’. Y sobrevuela el texto la idea de que el sistema empresarial de la cultura divide “el panorama cultural en productores y consumidores. Unos crean, otros compran.”. Es la idea principal que defienden también otros autores como Lawrence Lessig y su organización Creative Commons, para quienes la maraña legislativa y burocrática de los derechos de autor asfixia las posibilidades de creación de los ciudadanos.
Si bien la idea fundamental de Lessig es que el copyright debe ser lo suficientemente flexible para permitir que los ciudadanos participen de forma activa en la cultura y puedan remezclarla, tomar una canción y versionarla, coger una foto y editarla, Bravo se centra más en la necesidad de asegurar el “derecho al acceso a la cultura” de los ciudadanos. Un objetivo más mundano, pero sin duda más realista que el de Lessig, y con el que la mayor parte de los ciudadanos sentirán una mayor identificación .
Es especialmente interesante cuando Bravo señala el giro radical que se produce cunado las leyes de propiedad intelectual comienzan a afectar la forma como los mismos ciudadanos usan la cultura: “los ciudadanos no eran los destinatarios de las obligaciones y prohibiciones de los derechos de autor porque la posibilidad de reproducir obras intelectuales no estaba en sus manos”. La llegada de las máquinas para hacer copias (fotocopiadoras, grabadoras de casete y cinta, etc.) hicieron saltar por los aires esta situación. La irrupción de Internet y el universo digital ha provocado el cataclismo.

Ante la situación actual no queda más remedio que buscar alternativas. Frente a las posturas extremistas de quienes se enrocan en el modelo establecido de la industria tradicional, y las de quienes ingenuamente pugna por una abolición de la propiedad intelectual que dejaría desarmados a los autores frente a los mismos conglomerados mediáticos que ahora les tienen prisioneros, Bravo propone reconoce la necesidad de un modelo que permitan a los autores obtener una remuneración y a los ciudadanos acceder a la cultura. En todo caso, teniendo en cuenta, que ni “las leyes restrictivas, las jaulas y las coacciones preservarán la creación”, porque “la cultura solo puede defenderse compartiéndola”
Y conforme a esta idea el libro puede descargarse gratuitamente en Internet y comprarlo también impreso en papel. Quizás haya lectores a quienes pueda resultarles demasiado detallado y localista el relato de Bravo, pero lo cierto es que será de gran interés para los iniciados en estos temas al corriente de la situación en la batalla por la propiedad intelectual, para los nuevos en el asunto puede ser una buena forma de acercarse a él.
En tiempos de batalla, siempre es de agradecer que haya quien se tome la molestia de parar en el fragor del combate a recordar cuáles son las razones por las que se lucha.


‘Copia este Libro’
David Bravo
Editorial Dmen SL
9.95 euros

Descargas en Internet:
‘Copia este libro’ (Formato PDF)
‘Copia este libro’ (Formato PDF)
‘Copia este libro’ (Formato RTF)
‘Copia este libro’ (Formato eReader)

viernes, 17 de diciembre de 2010

Escritura "vs"... mmm... perdón: "Y" Piratería

(Perfectamente traspolable a las otras artes también)

La piratería se basa en conseguir los objetos sin comprarlos. O haciéndolo ilegalmente, en mercados no oficiales. ...y aquí es en donde entra la figura de La Ley, y aquí es en donde empieza a confundirse todo.

El pirata no es criminal. Eso nos quieren hacer creer quienes dominan el mercado hasta ayer reinante a nivel planetario. Ellos, quienes ganan (y pronto dejarán de hacerlo) decenas de millones de dólares anuales basándose en una cultura de apropiación más que de atribución. Pues bien. Llegó nuestra hora. 

La Piratería no es mala ni es buena "absolutamente". La Piratería sirve a unos intereses y va en contra de otros. Cabe en nosotros definirnos partiendo de la base de que la piratería es un hecho, más allá de las clasificaciones y los juicios. Y, una vez nos hayamos definido, juguemos su juego. 

Si el “antes” ya está... (primero pagar, después recibir) ¡vayamos por el "después”! (disfrutar, y sólo después, si se quiere, merece, etc., contribuir): Acompañemos los tiempos que corren no limitando la distribución de nuestras producciones, ni poniendo los consumidores (felices) en contra de "nosotros", los productores (gruñones), sino que juguemos su juego poniéndonos del lado del consumidor (que es lo que en definitivamente somos nosotros el resto del tiempo que no estamos produciendo, eso es obvio) y confiemos profundamente en la buena consciencia del prójimo.

Las claves que guían mi pensamiento, y con el que no me ha ido del todo mal en la vida, son pocas y sencillas: Primero. Abracemos el cambio. Segundo. Seamos realistas. Tercero. Confiemos en los demás. Aquí les regalo un claro ejemplo de cómo ponerlas en práctica...


Yo fui -soy, es cierto, soy- pirata. El 99% de mi colección musical se vio incrementada gracias a internet. He mirado -me atrevo a decir- más de cien películas en línea. Y todos los días bajo los textos más variados de la red para mi propio solaz. Sí, soy pirata. Apuesto que también vos lo sos (y apuesto mucho, jeje). Así que ambos sabemos muy bien que lo que nos lleva a descargar archivos de internet es el disfrute. Buscar objetos en la red sin pagar lo que (dicen que) se debe pagar, no está guiado por la malicia ni por el lucro, sino más bien por la búsqueda de placer, conocimiento y hasta poder, si se quiere, (pero "poder" del rico en espiritualidad y no en dinero), del que se refiere al crecimiento personal, el poder-nosotros-mismos alcanzar una meta por nosotros mismos planteada... 

En fin, muchas razones van apareciendo antes que las onerosas-capitalistas oscuras y vampirescas...

Es lógico. Prevalecen las personas honestas. Aun con su picardía. Aun con su “cuelgue”. Son más las personas a las que sí les importa el prójimo. Y no digo que "lo amen como a ellas mismas", como dicta el credo católico... eso es una utopía, o cuanto mucho, una iluminada excentricidad.

Estoy con quienes no pueden satisfacer su sed de arte ni conocimiento con el dinero que poseen sus bolsillos. Estoy con quienes no se resignan a esperar ganar la lotería para comprarse el último libro/disco/lo-que-sea de tal autor. Estoy con los que creen que todos deberíamos ser artistas. (Pero... si todos somos artistas... ¿de qué viviríamos? Jajaja, buena pregunta. También estoy con los que piensan que la sociedad encuentra su equilibrio finalmente, y también habrá gente que quiera ser sastre o docente... ¿Y por qué no sastre docente artista? ¡Me maravillaría!)

Al grano. Existe la piratería. La apoyo. Pero también debo buscar un medio de subsistencia de mi propia persona, como productor de bienes pirateables (léase literatura en mi caso). Lo que propongo a quienes me lean, y seguramente no soy el primero en hacerlo (de hecho, no serlo implicaría que la idea está más difundida de lo que cabe esperar, y eso es bellísimo...), es que ayudemos a la piratería, proveyéndole (dándonos) productos de mejor y mejor calidad. ¿Por qué? Pues porque lo que propongo es lo que han estado haciendo más que nada los programadores desde hace algunos años, pero que muy pocos intentaron con su arte y las otras formas de producción intelectual:

Difundir producción propia de manera libre y gratuita, proponiéndoles a los lectores-consumidores que, si les gusta la obra, donen una suma ínfima a su productor (detesto decir creador, me suena demasiado eclesiástico, pero bueno, suena lindo...) para colaborar con su causa.

No será mucho dinero, ni debe serlo, pero pensándolo bien, un autor literario por ejemplo... ¿cuánto cobra neto del precio de tapa de su propio libro? ¿Un 5%?, tal vez más, sí, ¡pero a veces menos también!. Lo que implicaría que de un libro vendido a $20,00 al público, luego de pagar publicidad, editores, distribución, imprenta, etc., etc., etc., nos quedarían apenas $1,00 como autores del mismo...  (Siempre dependiendo del prestigio del autor en cuestión, ya que su nombre pesa en las ventas si es alguien conocido..., y, en ámbitos de circulación pequeños, las cifras son distintas, pero el radio de difusión/alcance de la obra es mucho menor también... aunque esto es para discutirlo en otra ocasión mejor, pues el punto quedó claro con lo poco que dijimos, ¿verdad?)

¿Acaso no está buena la idea? Eso sí. No es válida para escépticos del ser humano... puesto que ellos dirán que todo el mundo leerá los textos pero sólo sus madres y novias abonarán algo de dinero... En fin, el tiempo dirá...

Los dejo con ese pensamiento revoloteando feliz... y me voy a “liberar” un libro a un lugar público...

(¿curiosidad? entrá aquí...)

PD: Sí, ya sé que el mejor maestro es el ejemplo... aguarden, pues, que en unos días empezaré a colgar un ensayo bastante extenso en este misma página...

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