jueves, 4 de noviembre de 2010

Un humano como cualquier otro


(Abstenerse las personas fotosensibles)
Argentino como cualquier otro, es lo que Ginóbili (Aquí, querido lector, ponga el apellido de la estrella deportiva que Ud. desee) es. Por qué pasan más en los medios de comunicación sobre sus "hazañas" en la NBA, que prácticamente sobre todos los demás deportistas de todos los demás deportes? (Descartando a Maradona, por supuesto, que ya hace tiempo superó la categoría de “deportista” a secas)
Ha sido imbuido de un manto de misticismo que lo cubre y lo llena de atributos que esta sociedad necesita, pero que como única manera de hacerlos existir, posee nada más que esta forma de la que hablamos: La proyección. O, lo que es lo mismo, cubrir determinados personajes escogidos por azar (o capricho de quienes ostentan el poder de hacerlo1), con sueños y esperanzas comunes, y de igual manera, alimentarse de los logros de esos pocos “elegidos” y tomarlos como (falsos) propios... ¡Por eso significan tanto, por ejemplo, los mundiales de fútbol en nuestro país! Y por eso, aquella final contra Inglaterra tuvo tanta trascendencia: porque nos ha ganado una guerra, ...pero nosotros, ¡necios! ...nos alegramos de ganarles un mundial...
Tiene mucho que ver, este tema de los mantos de misticismo, con nuestra infancia:
En la primera edad, cuando aprendemos que somos personas individuales (que no somos uno con nuestra madre, que podemos movernos con cierta independencia), clasificamos los objetos separada e independientemente de sus categorías convencionales, me explico: de grandes, tenemos una categoría que encasilla todos los “elementos que tienen determinado número de patas, son planos, y que sirven para trabajar, comer, y otras yerbas...” y dicha categoría es “MESA”. Pero los niños más pequeños no conciben las “mesas” como todas pertenecientes a una misma categoría globalizadora, sino que las comprenden como mesa-mía, mesa-de-Carlitos, mesa-de-la-cocina, etc., etc., etc., ... Y así con todos los objetos: juguetes, ropas, perros, autos, padres...
Irrisoriamente, ya de grandes, volvemos a comportarnos de igual manera: Con Ginóbili, Maradona, Borges, Fangio, Gardel... y nos pasa eso en gran medida porque como Sociedad, somos tratados cual niños2. Ellos son/fueron, antes que ninguna otra cosa, ellos mismos! Debemos darnos cuenta de que nuestros amigos, nuestros ídolos, adversarios, referentes, ..., son seres humanos como cualquier otro! (y no solamente “de palabra”, no tenemos que entenderlo, sino que nos tiene que “caer la ficha”, como quién diría... porque una cosa es saberlo y otra cosa es “darse cuenta” de ello). Pues no es tan común, a pesar de que parezca lo contrario, que cada uno se dé cuenta de que la persona que más ama -u odia, o lo que fuera-, antes de ser "esa-persona-relacionada-a-mí”, es, ella misma, un ser existencialmente autónomo, para ella misma, recién después de eso es mi ser amado... u odiado... o admirado... o lo que fuera! Creamos lo que creamos, a veces nos salteamos esta realización como parte del proceso evolutivo de nuestra psiquis.
Por lo tanto, cuando hablo de que Ginóbili (repito, léase Nalbandián, Messi, etc., de acuerdo al gusto del lector) me tiene con las bolas por el piso, me refiero a que pareciera que los medios explotan la inmadurez de sus espectadores, de su audiencia, o lo que más se le parezca, según el caso... y me joden cosas como la idolatría, o el silencio de los medios respecto de los demás casos del deporte pero en la Argentina: no divulgan las acciones de los deportistas que, a duras penas, pueden llegar a fin de mes trabajando en cualquier cosa menos de su vocación, ¡no! y en lugar de eso, hacen hincapié en el seguimiento de los deportistas que son multimillonarios, contribuyendo al mundo irreal que se forma en las cabezas de quienes consumen ese tipo de prensa... esa que se pelea por decir, antes que otras, que Ginóbili es “¡el mejor deportista argentino!”.
No, no es envidia. Ni siquiera me gusta el deporte (más que jugar uno que otro partido de paddle, o ajedrez, o despejar mi cabeza con un trotecito esporádico)... Pero fíjense qué fácil que es: Al llegar las olimpiadas y darnos cuenta de que a pesar del potencial que tiene el deportista argentino (será por su sangre tan mezclada, por su costumbre de pelear por lo que quiere, única manera de lograr lo que uno se propone acá en nuestro país), a pesar de ello, no salimos ni cerca de los primeros puestos entre los países que más medallas de ganan (que no es lo mismo que sacar unas pocas medallas) ...¡y nos quejamos!
Quejarse. Lejos, una de las cosas que mejor sabe hacer el argentino promedio...
No nos dejemos engañar más: Ginóbili no es el deporte argentino. Ni lo representa.
El deporte argentino está representado por las personas aficionadas que sudan hasta la última moneda que les permitirá viajar para competir en el extranjero. El deporte argentino es tener todo el potencial y NO LOS MEDIOS. El deporte argentino no es un solo individuo ganando millones de dólares -o euros- en publicidad, auspicios y demás yerbas, sino las delegaciones que tienen que andar limosneando en las casas de gobierno de la provincia o del Estado para que les subsidien los viajes, o vendiendo empanadas puerta por puerta como mucho! El deporte argentino no son los pumas, los que reciben un aporte multimillonario por parte de sus auspiciantes, y que juegan en todo el mundo -desparramados claro- sino los amateurs, que son llamados así no porque no tengan la capacidad ni el conocimiento, sino porque no tienen la posibilidad de dedicarse sin impedimentos monetarios, tiempo completo a su pasión.
Leo acá y acullá que Ginóbili es el mejor deportista argentino de los últimos tiempos (después de Maradona, claro, ¡tampoco es cuestión de ser hereje!). Bien. Lo acepto. No como vidrio. Juega bien, lo he visto... pero, oh, detalle...: ¡¡¡ya es multimillonario, vive en EEUU y ni siquiera juega para nosotros en los mundiales!!! ¿En qué medida, con qué parámetros puede, a estas alturas, compararse con un deportista nacional promedio? ¡Seamos sinceros con nosotros mismos!
¿Por qué no cubrir la trayectoria: de "nuestros chicos" que se quedan acá aguantando las inclemencias del "tiempo"?
Ginóbili y todas las "demás estrellas" que se van del país, no lo hacen para dejar bien al deporte argentino, para demostrarles al resto de los países lo bien dotada que está la Argentina de buenos deportistas, científicos, artistas, o demás... NO. Lo hacen por puro interés personal.
Y no está mal.
Pero no compremos el paquete que nos quieren vender estos medios de los que hablo.
Nuestros chicos, los deportistas que no tuvieron la suerte de los demás "viajeros", no pueden ser profesionales no por falta de talento, sino, por sobre todas las cosas: por falta de auspiciantes, por falta de fondos, y esa es la verdad. Y otra verdad es que si los grandes medios les dieran la cobertura que se merecen, los fondos aparecerían al instante... pues lo que los que publicitan en las remeras y raquetas, en los kayaks y los cascos, lo que quieren es que su producto salga en los medios. Prácticamente podemos decir, en base a la argumentación precedente, que los culpables del estado ruinoso del deporte argentino actual (descartando el fútbol, y aun en él, determinados círculos escogidos...) en gran medida, son los medios de comunicación.
Es un maldito círculo vicioso: Si los medios se concentran únicamente en la campaña de dos o tres equipos de fútbol, una selección de rugby y otra de hockey, un par de basquetbolistas y tres o cuatro tenistas, es lógico en extremo que una publicidad en alguno de estos entornos será de costos millonarios, mientras que todos los demás sectores del deporte permanecerán desiertos... pero sí los medios cubrieran muchos más deportistas de muchos más deportes, empeñándose de igual manera que lo hacen con Ginóbili, por ejemplo, (salvando las distancias de quien mucho abarca, poco aprieta), todos ellos tendrían auspiciantes en mucho mayor grado del que hoy tienen. Se terminarían anécdotas como la del maratonista muerto de hambre que atiende la zapatería del padre medio día, y el otro medio, se la pasa corriendo como inmigrante ilegal en busca de ese sueño de competir profesionalmente, con auspiciantes y todo!
Por más estúpidamente obvio que suene:
¿Cuándo entenderemos que NOSOTROS SOMOS NOSOTROS, y LOS DEMÁS, LOS OTROS?
Dediquémonos a nosotros mismos, sin perder el tiempo en chismes (de barrio, de la NBA, es igual!). Seamos. Seamos. Seamos.
Ginóbili es como cualquier otra persona, por qué cargarlo tanto con ansiedades, esperanzas, sueños, responsabilidades, y connotaciones varias de todo tipo. Al igual que todo el mundo... ¿por qué no abocarnos a nuestra vida y dejarnos de joder? ¿Por qué no perfeccionarnos a nosotros mismos, en lugar de identificarnos falsamente con la supuesta perfección o el concreto éxito de El Otro? ...A lo sumo, debiéramos utilizar su figura sólo como ejemplo, pero no veo que se esté haciendo eso: en su lugar, los medios los reifican a estos deportistas. No hay conciencia. Nos quedamos aceptando ese semidiós, como nabos, frente al televisor, y no hacemos nada.
Maduremos, sepamos quiénes somos y démonos cuenta de que El Otro es eso: El Otro, y nada más (pero tampoco nada menos). Démonos, cooperemos, construyamos, boguemos por el progreso EN ESTA PARTE DEL MUNDO y dejemos de absorber sin más lo que nos mandan...!!!!!!!!!
Los medios masivos de comunicación son condicionables. Ya hemos dado un ejemplo. Sólo (en general) quieren dinero. Ergo, producirán lo que "venda". Por lo tanto, si dejamos de consumir basura, dejarán de producir basura!!!! Basta de echar la culpa al vecino...
ABRE LOS OJOS.
1Pero muy poco determinado por su mérito real, ya que cualquier deportista esforzado lo merecería, si nos ponemos a pensar en serio, y no sólo un par de cada mil...
2No, queridos lectores, no me estoy olvidando de la cuestión del Pertenecer (por medio de un objeto de Referencia a un grupo determinado), pero es que en este textito sólo quiero abordar el tema anterior... Esto da pie para una conversación mucho más larga, pero por ahora démonos cuenta que es así y las evidencias de que lo toman a uno por infante surgen al observar prácticamente todas las publicidades, los programas de entretenimiento, los discursos políticos... Si uno utiliza media neurona, enseguida descubre que insultan su inteligencia a diestra y siniestra.

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